Bienvenido/a a una entrada más de mi diario reflexivo. En este caso voy a hablar sobre como tras la clase del 30 de septiembre me ha cambiado un poco la visión sobre las Organizaciones Escolares. Antes pensaba en el centro educativo como un lugar con normas, funciones y jerarquías bien marcadas, pero ahora entiendo que la organización escolar es algo mucho más complejo: una construcción social, histórica y legal que refleja los valores, las personas y las necesidades de cada momento.
La primera actividad, en la que tuvimos que buscar y comparar definiciones de organización escolar, me pareció muy interesante. Elaborar una definición propia y compartirla con otros grupos me ayudó a ver que organizar una escuela no solo es cuestión de reglas o estructuras, sino también de personas que trabajan juntas con un propósito común.
Más adelante, al hablar de las diferentes dimensiones de una organización escolar entendí que cada centro tiene su propia personalidad. Su forma de organizarse dice mucho de cómo enseña, cómo aprende y cómo se relaciona con la comunidad a la que pertenece.
El debate que hicimos después fue una parte muy interesante. Nos hizo pensar en que organizar un centro educativo no consiste solo en cumplir procedimientos o tener todo “en orden”, sino en crear un entorno que facilite la enseñanza, la inclusión y el aprendizaje real. La organización influye directamente en cómo nos sentimos, cómo trabajamos y cómo aprendemos dentro del centro.
En resumen, esta clase me ayudó a entender que la organización escolar no es solo una parte administrativa del colegio, sino el motor que permite que todo funcione y tenga sentido. Cada decisión que se toma en un centro tiene un impacto en las personas, en el clima y en la convivencia. Como futura docente, me parece fundamental tener esto claro: organizar una escuela también es una forma de educar.
Como siempre, las sugerencias serán bien recibidas. Gracias por leerme.
¡Nos vemos!

